El número de personas con trastornos por consumo de drogas ha aumentado un 45% en los últimos 10 años, según el Informe Mundial sobre las Drogas 2023 de la UNODC. Este incremento evidencia una crisis global de salud mental y adicciones que no podemos seguir ignorando.
En este artículo analizamos las causas detrás del aumento, los nuevos tipos de adicción, las fallas en prevención, las respuestas emergentes y el rol que podemos asumir como sociedad.
¿Qué está impulsando el aumento de personas que padecen problemas de adicciones?
Antes de poder actuar, necesitamos entender por qué está ocurriendo este crecimiento tan pronunciado. Las causas de las adicciones son múltiples y complejas, pero en la última década se han intensificado ciertos factores sociales, culturales y psicológicos que explican en parte este fenómeno.
1. Cambios sociales y emocionales
Vivimos en una sociedad cada vez más acelerada, exigente y desconectada emocionalmente. La ansiedad, la soledad, el estrés crónico y el vacío afectivo son terreno fértil para el consumo como vía de escape.
2. Acceso más fácil a sustancias
El entorno digital ha roto muchas barreras. Hoy es más sencillo conseguir sustancias —legales o no—, muchas veces sin supervisión médica ni conciencia del riesgo. Esta accesibilidad incrementa el número de usuarios y la posibilidad de desarrollar dependencia.
3. Nuevos perfiles de consumidores
El rostro de la adicción ya no es el estereotipo de siempre. Jóvenes, madres, ejecutivos, personas mayores… las adicciones afectan a toda la población, con patrones distintos, pero igual de dañinos.
4. Normalización del consumo
Frases como “todos lo hacen” o “es solo para desconectar” reflejan cómo ciertas sustancias se han integrado en la vida cotidiana. Esta normalización dificulta la detección temprana y retrasa la búsqueda de ayuda.
5. Pandemia y salud mental
El COVID-19 agravó las condiciones de vulnerabilidad: aislamiento, duelos, miedo, crisis económica. Para muchos, el consumo fue una manera de sobrellevar una realidad abrumadora, pero terminó generando dependencia.
Las adicciones de hoy: más diversas, más complejas
No todas las adicciones son visibles, ni todas involucran drogas ilegales. Hoy nos enfrentamos a una variedad de dependencias, tanto químicas como conductuales, que requieren abordajes distintos y personalizados.
- Medicamentos con receta: como ansiolíticos, opioides o estimulantes.
- Alcohol y cannabis: de consumo social, pero con alto potencial de dependencia.
- Adicciones conductuales: juego online, compras compulsivas, redes sociales, sexo, pornografía, etc.
Este nuevo mapa de adicciones exige equipos multidisciplinarios, estrategias flexibles y menos juicio, para poder intervenir a tiempo.
¿Qué está fallando en la prevención?
Aunque las cifras crecen, muchas veces la prevención sigue anclada en modelos antiguos o insuficientes. Se necesita una prevención realista, continua y adaptada al contexto actual, no solo campañas puntuales o discursos moralistas.
- Educación emocional y prevención escolar: aún muy ausentes en los planes de estudio.
- Estigmas sociales: que dificultan hablar abiertamente del consumo o buscar apoyo.
- Poca inversión: en programas comunitarios de prevención y acompañamiento.
- Desinformación en redes: donde abunda contenido que banaliza o incluso promueve el consumo.
¿Qué soluciones están en marcha?
Afortunadamente, también estamos viendo avances que permiten mirar el futuro con esperanza. Cada vez más centros, profesionales e instituciones adoptan modelos de tratamiento más humanos, efectivos y tecnológicos.
- Centros especializados en adicciones: con enfoque integral y personalizado.
- Terapias innovadoras: como neurofeedback, realidad virtual o estimulación cerebral.
- Prevención con enfoque en infancia y adolescencia.
- Terapia digital: apps, teleterapia, y programas online que rompen barreras de acceso.
La clave está en unir ciencia, tecnología y empatía, para ofrecer verdaderas oportunidades de cambio.
¿Qué podemos hacer como sociedad?
Las adicciones no son solo un problema individual. Nos afectan como sociedad y requieren una respuesta colectiva. Desde cada espacio —familia, escuela, empresa, comunidad— se puede contribuir a una cultura más sana y consciente.
- Hablar sin miedo ni juicio. Romper el silencio sobre las adicciones es el primer paso.
- Educar desde la empatía. Formar a jóvenes, familias y profesionales para detectar y actuar.
- Exigir políticas de salud pública inclusivas.
- Apoyar a quienes buscan ayuda. Validar, acompañar y no señalar.
- Cuidarnos emocionalmente. Fomentar relaciones sanas, ocio saludable y apoyo social.
El dato del 45% de aumento en trastornos por consumo en solo una década no puede pasar desapercibido. Nos obliga a replantear cómo vemos las adicciones, cómo las prevenimos y cómo las tratamos.
La adicción no es debilidad ni falta de voluntad: es una enfermedad compleja que requiere compasión, ciencia y acción conjunta. Solo así podremos construir una sociedad más sana, donde nadie tenga que enfrentar su lucha en soledad.
 
				 
 
							